Tras un no muy largo trayecto llegamos a un motel de carretera. Yo ya lo conocía, pues a veces lo pasábamos de largo cuando íbamos a comprar o vender a otros pueblos, pero nunca había estado dentro.
Sorprendentemente tiene mejor pinta que por fuera: Bien iluminado, paredes y muebles pintados de colores claros y un mostrador decorado con un par de plantas muy monas. La chica que nos recibe al otro lado de dicho mostrador nos saluda alegremente.
- ¡Hola! ¿Vienen a pasar la noche o a hacer una reserva?
- A pasar la noche. -Contesta mi misterioso acompañante.
- Estupendo. -Con un chasquido de sus dedos hace aparecer una pantalla holográfica entre nosotros, en la que podemos ver las fotos de cada habitación.- Elijan la que mas les guste.
El pelirrojo se me queda mirando. ¿No querrá que yo...?
- ... ¿En serio?
- Dale.
- Bueno... Me gusta esta, la azul.
Es la primera vez que toco una de estas pantallas y, como suponía, es muy satisfactorio. La recepcionista nos da una tarjeta, que imagino que servirá para entrar y salir de la habitación, y se despide tan felizmente como se presentó.
- Antes de sobar vamos a la cafetería, me muero de hambre.
- No tengo dinero...
- Yo invito.
Me dejo llevar sin cuestionarlo demasiado porque, a decir verdad, se nota que no he cenado... Nos sentamos en una de las mesas mas cercanas a la barra, y busco algún reloj con la mirada hasta que encuentro otra pantalla como la de antes.
04:42 am
20 de Marzo de 2030
Cuando vuelvo a mirar nuestra mesa, esta se ha convertido en una pantalla que muestra el menú disponible.
- Sírvete, muchachote. -Me anima el mensajero.
Madre mía, qué montón de cosas... La dieta amish tampoco es muy pobre, tenemos platos genuinamente buenos, pero mi madre no suele tener energía para prepararlos. Finalmente me decanto por una hamburguesa con queso, que siempre la he visto en carteles publicitarios y siento curiosidad. Mi nuevo amigo pide otra con mas ingredientes, tantos que parece una torre.
- Bueno, Dustin. -Aparta el menú con un movimiento de su mano y la mesa vuelve a su textura original.- ¿Cómo te sientes?
- Como el culo.
- Qué sincero, ya me gustas. ¿Necesitas hablarlo?
- No quieres verme llorar...
- ¡Eh, que no soy tu padre! A mi si me preocupa tu bienestar.
Se me escapa una risilla amarga. Lo cierto es que si necesito desahogarme un poco, ya que antes no pude.
- Me hubiese gustado estar con mi tío en sus últimos días...
- Estoy seguro de que él sentía lo mismo, tengo entendido que te adoraba.
Eso ha sido el colmo, no puedo más y rompo por fin a llorar. El camarero nos sirve rápidamente el pedido para no molestarnos y mi reacción inmediata es agarrar la hamburguesa. El pan está caliente y todo huele tan bien... ¡A cenar!
- ¿Qué decía de mi?
- Que eres brillante, como él en sus años mozos. Que eres humilde y te esfuerzas mucho. Que ojalá hubiese podido cuidar de ti...
Sigo comiendo con ansia mientras me caen las lágrimas por la cara. Me estoy poniendo perdido de ketchup, pero me importa un rábano. Hablo y sollozo con la boca llena porque soy un cerdo.
- Le echo tantísimo de menos... Él era el único que me apoyaba...
- Él también te añoraba, tenía una foto tuya en su...
- ¡Deja de decirme cosas bonitas, me haces llorar mas!
- Es la idea.
- Te odio.
- ¡A buenas horas, normalmente tardan menos!
Esta vez me río y casi me atraganto, ante lo cual el pelirrojo marca un vaso de agua en el menú y el camarero no tarda en servirmelo. Consigo evitar que la tos acabe conmigo y decido dejar la cena a un lado para seguir llorando. El mensajero se sienta a mi lado para frotarme la espalda y darme servilletas de papel. Incluso deja que apoye la cabeza en su hombro cuando me fallan las fuerzas. Me lleva un rato, y aun después de quedarme seco todavía hipo un poco, pero no sabía cuánto necesitaba esto hasta que al fin lo he podido hacer.
- ¿Estás mejor?
- Bastante. Gracias, eeeh... ¿Cómo te llamas?
- Irrelevante.
- ... Vaya, es un nombre muy... Peculiar.
- Capullo, digo que mi nombre es irrelevante en esta situación.
- ¿Por qué?
Mira a su alrededor para comprobar que nadie más nos esté escuchando y se inclina sobre la mesa para hablarme más de cerca.
- Por si no lo has notado hasta ahora por mi rollito, soy un agente secreto.
- Oooh... Pero te tendré que llamar de alguna forma. ¿"Señor"?
- ¡No, te lo ruego! Supongo que puedes llamarme por mi nombre en clave: Atlas.
- ¿Cómo la mariposa? En tu carta había un sello de...
- ¡Qué listo, tú tío tenía razón! Si, todos tenemos alias de este calibre.
- ¿¿Hay más como tú??
- El menda aquí presente es irrepetible, pero podría decirse que si.
Termino de comerme la hamburguesa y con permiso (es mas, con insistencia) de Atlas pido unas natillas de chocolate de postre.
Me gustan tanto que pido dos mas, una de ellas de vainilla.
-o-
Ahora que estamos en la habitación, Atlas comienza a hacerme lo que supongo que será el sondeo protocolario que dicta su trabajo mientras camina de un lado a otro de la habitación.
- ¿Cómo llevas el español?
- Muy bien, mi tío me envió libros y CD's para que aprendiese. -Contesto en el propio idioma.- Pero mi padre tiró la radio a la basura, así que no pronuncio muy bien...
- Pues a partir de ahora hablaremos en español. A donde vamos también se habla en catalán, pero no creo que te haga mucha falta.
- ¿Barcelona?
- Bingo. -Saca un smartphone de su bolsillo- Esto es para ti, ¿sabes qué es?
- Si, pero no se usarlo.
- Te enseñaré por el camino.
Después se sienta en la cama que hay junto a la mía, abre su bandolera de cuero y empieza a darme un montón de acreditaciones.
- Tu nuevo pasaporte, el DNI (ya eres ciudadano español, amigo), Seguridad Social (allí la sanidad es pública), una tarjeta de crédito (tienes un huevo de pasta, pero por si acaso modera tus gastos), un bono de transporte (te vale para tren, metro, bus y tranvía, debes recargarlo cada mes), y tu tío insistió en que te hiciéramos un carnet de la red de bibliotecas de Barcelona. -Intento sujetar todo lo que me ha dado sin que se caiga, ante lo cual me mira fijamente frotándose la barbilla.- Hmm, ya te compraremos una billetera mañana.
- Muchísimas gracias, en serio. No sé que haría sin... -Suelto un boztezo.- ... Ti.
- De nada, pero creo que deberías irte ya a dormir.
- ¿A qué hora nos levantamos mañana?
- A la que te salga del rabo, pero recuerda que nuestro vuelo sale a las seis de la tarde.
Cuando apaga la luz de la habitación, me envuelvo en las sábanas de la que debe ser la cama más mullida donde he dormido nunca. Es como estar en una nube calentita... Así que no tardo en quedarme frito.
Por desgracia creo que solo llego a dormir unas dos o tres horas, pues nos despiertan unos furiosos golpes en la puerta de nuestra alcoba. Atlas salta de la cama y activa un holograma que hay en la mesilla de noche, el cual nos permite ver quién está armando ese jaleo. Oh, no...
Son mi padre y unos cuantos hombres del pueblo.
- ¡¡Devuélveme a mi hijo ahora mismo!!
- ¿¿Cómo coño han atado cabos tan rápido??
- Eeeeh...
- Dustin, me cago en la puta...
- ¡¡No podía irme sin más y darle ese susto a mi madre!! Por eso dejé la carta del tío Daniel en mi almohada y... ¿Quizás puse la tuya también?
- Yo te mato...
Créeme, Atlas, mi padre lo hará antes que tú si consigue entrar...
- Si, pero no se usarlo.
- Te enseñaré por el camino.
Después se sienta en la cama que hay junto a la mía, abre su bandolera de cuero y empieza a darme un montón de acreditaciones.
- Tu nuevo pasaporte, el DNI (ya eres ciudadano español, amigo), Seguridad Social (allí la sanidad es pública), una tarjeta de crédito (tienes un huevo de pasta, pero por si acaso modera tus gastos), un bono de transporte (te vale para tren, metro, bus y tranvía, debes recargarlo cada mes), y tu tío insistió en que te hiciéramos un carnet de la red de bibliotecas de Barcelona. -Intento sujetar todo lo que me ha dado sin que se caiga, ante lo cual me mira fijamente frotándose la barbilla.- Hmm, ya te compraremos una billetera mañana.
- Muchísimas gracias, en serio. No sé que haría sin... -Suelto un boztezo.- ... Ti.
- De nada, pero creo que deberías irte ya a dormir.
- ¿A qué hora nos levantamos mañana?
- A la que te salga del rabo, pero recuerda que nuestro vuelo sale a las seis de la tarde.
Cuando apaga la luz de la habitación, me envuelvo en las sábanas de la que debe ser la cama más mullida donde he dormido nunca. Es como estar en una nube calentita... Así que no tardo en quedarme frito.
Por desgracia creo que solo llego a dormir unas dos o tres horas, pues nos despiertan unos furiosos golpes en la puerta de nuestra alcoba. Atlas salta de la cama y activa un holograma que hay en la mesilla de noche, el cual nos permite ver quién está armando ese jaleo. Oh, no...
Son mi padre y unos cuantos hombres del pueblo.
- ¡¡Devuélveme a mi hijo ahora mismo!!
- ¿¿Cómo coño han atado cabos tan rápido??
- Eeeeh...
- Dustin, me cago en la puta...
- ¡¡No podía irme sin más y darle ese susto a mi madre!! Por eso dejé la carta del tío Daniel en mi almohada y... ¿Quizás puse la tuya también?
- Yo te mato...
Créeme, Atlas, mi padre lo hará antes que tú si consigue entrar...
Comentarios
Publicar un comentario