- ¡¡Como no abráis ahora mismo echaremos la puerta abajo!!
Seguimos oyendo los gritos y golpes de mi padre mientras metemos nuestras cosas en la alforja a toda prisa.
- ¿¿Cómo vamos a salir de aquí??
- Por la ventana.
- ¿¿Estás loco??
- No te ralles y asómate.
Obedezco y compruebo que junto a la ventana hay una escalera de emergencia pegada a la pared, la cual es tan larga como el propio edificio.
- Ay señor, señor, señor... -Murmuro saliendo con cuidado y agarrándome a los barrotes.
- ¡Deja de rezar y baja más deprisa! -Atlas sale después, justo cuando los hombres del pueblo cumplen sus amenazas y comienzan a embestir la puerta.- ¡Deslizate y busca mi moto!
Coloco los pies a los lados de la escalera para dejarme caer hasta el suelo, aunque cuando voy corriendo al aparcamiento me topo de bruces con otros dos aldeanos enfurecidos.
- ¡¡Están aquí, Howard!!
Casi se me echan encima, pero Atlas nos alcanza y derriba a uno con una patada en el pecho. Al otro lo agarra del brazo y lo inmoviliza con una llave antes de estamparlo contra una farola y dejarlo KO. Lástima que de camino a la moto nos intercepten mi padre y los demás.
- ¡¡Dustin, ven aquí ahora mismo!! -No me muevo ni un ápice y tomo la mano de Atlas.- ¡¡Dustin Thobias, no me hagas repetirlo!!
- Creo que su postura es bastante clara, señor Rice.
- ¡¡Tú calla y suéltalo, que lo vas a volver un marica!!
- Es un poco tarde para eso, papá -Añado con una rebeldía recién descubierta.
Se han quedado todos parados, callados y pálidos. Bueno, todos menos Atlas, que suelta mi mano y me susurra cabreado.
- ¿¿Que coño haces??
- ¡Salir del armario!
- ¡Pero no se lo digas así, que parece que hemos follado!
- ... Mierda.
Mi padre se recupera del shock y avanza hacia nosotros subiéndose las mangas. No recuerdo haberlo visto tan enojado en toda mi vida...
- Te voy a dar tal paliza que no podrás sentarte en una semana...
- Oooh, no, de eso nada. -Atlas se pone delante de mi crujiendo sus nudillos y su cuello.- Ponle la mano encima y te arranco las pelotas.
- ¡¿Ahora vas a decirme como criar a mi hijo?!
- No hace falta, desde hoy va a ser el mio.
Esto lo enfada aun más y le propina un puñetazo, pero el pelirrojo lo detiene con la palma de su mano y lo sujeta firmemente para girar su brazo 180 grados. ¡Vaya, que pena, creo que le ha roto un hueso! El grito de dolor hace que los demás aldeanos ataquen a Atlas y él usa a mi padre como peso muerto para alejarlos de nosotros. Ahora que están todos en el suelo podemos subir a la moto y marcharnos de allí, dudo mucho que nos puedan alcanzar con sus caballos...
-o-
Llevamos ya un par de horas de vuelo y Atlas aun no me ha dirigido la palabra desde que huimos del motel. Está con los brazos y las piernas cruzadas, mirando por la ventanilla del avión, y parece bastante molesto. Creo que debería decirle algo...
- Lo siento, asumí que mi padre sólo tendría una pataleta. No esperaba que fuera a ponerse tan cabezón como para ir a buscarme. -No hay respuesta, y esto me hace sentir como si me clavaran un cuchillo en el pecho.- Además, no quería preocupar a mi madre. Quería que al menos supiera que estoy bien...
- Si, eso ya lo dijiste. -Por fin contesta, aunque algo cortante.- Y ahora tienen la dirección exacta de tu nueva casa. Nada nos garantiza que no lo volverán a intentar.
- Perdón... No quería jodernos así.. -Estoy tan físicamente agotado que no puedo aguantarme las lágrimas.- Soy un puto inútil...
- ¡Eh, eh, eh! -Atlas se sobresalta y vuelve a mirarme a la cara.- No llores, anda...
Lo miro atónito mientras saca una servilleta arrugada de su bosillo y comienza a secarme la cara. Si, definitivamente está siendo un mejor padre que el mio...
- ¿No estás enfadado conmigo?
- ¡No! ... Bueno, un poco si. Pero esto no es del todo culpa tuya, yo tampoco preparé muy bien mi parte del plan. Más que enfadado me siento frustrado. Siento no haberte hablado hasta ahora...
- Descuida, yo tampoco estoy de humor. Además me muero de sueño...
- Espera, vamos a arreglar eso.
Atlas llama a la azafata, le pide un par de cafés y continuamos en silencio hasta que nos los sirve y nos deja solos de nuevo.
- Pero tengo que pedirte algo muy importante, Dustin.
- ¡Haré lo que sea por ti!
- Entonces olvídate de tu madre. -Esto me lo dice dándome un golpecito en el hombro.- Se que la quieres mucho y tal, pero ya has visto como se ha chivado a los del pueblo.
- Si, admito que eso no fue muy considerado... Normalmente es mejor que esto.
- Ah, ¿si? ¿Cómo te trataba?
- Bien.
- Define "bien".
- Es cariñosa, no me grita ni me insulta...
- ¿Te defendía de tu padre?
- ... No. Tampoco es que me pegase ni nada, hoy habría sido la primera vez.
- Pero te hacía daño de otras formas. ¿Qué le impedía enfrentarse a su marido y proteger a su hijo?
- Coincide con él en algunas cosas.
- ¿Algunas?
- ... Muchas.
- Vaya, qué bien te trataba tu madre, ¿verdad?
Le doy la espalda bruscamente y sigo tomándome mi café, dejando que se alce un silencio incómodo entre nosotros. No, ¿sabes qué? No voy a dejar este tema. Este tío no va a saber de mi madre más que yo. Regreso a mi posición original y le replico.
- Mi madre me quiere.
- Claro que te quiere, pero solo con amor no eres una buena madre.
- ¡No te consiento que...!
- Chaval. -Me mira muy seriamente, y creo que esta vez si que parece enfadado.- Por muy buena persona que seas, si no eres capaz de dejar tus creencias y tu orgullo a un lado por el bienestar de tu hijo, enhorabuena: No vales para este trabajo. Y esto se aplica tanto al cabrón de tu padre como a la pasiva de tu madre. Créeme, estás mucho mejor sin ellos y cuanto antes dejes de excusarlos, antes podrás pasar página.
Algo hace click en mi cabeza. Creo que ya se por donde está tirando con esto...
- Tú lo sabes, ¿verdad? -Me inclino hacia él.- Sabes lo de mi hermana. No le darías tantas vueltas a este tema si no.
¿Soy yo, o se le ha desencajado la cara por completo? Bebe lo que queda de su ardiente café con un solo trago (auch...) y se levanta del asiento.
- Voy al baño.
-o-
Esto de pasar largas rachas de silencio se ha convertido en una costumbre. Lo cual es en parte algo bueno, porque así he tenido mucho tiempo para fijarme en como funciona el sistema de metro de Barcelona y para... Reflexionar. Después de un par de transbordos y muchas paradas llegamos por fin al lugar de destino.
- Tu casa está al final de la calle, la reconocerás en seguida. ¿Llevas las tarjetas y el móvil contigo?
- Si...
- Bien. Me voy.
Se dirige hacia la entrada del metro, pero como si del más básico de mis instintos se tratara me lanzo sobre él para abrazarlo.
- ¡¡Tienes razón!! -Aprieto mi cara contra su espalda.- Tienes toda la razón, Atlas, soy demasiado confiado... Siento mucho haberte tratado así antes...
- ... Nah, yo también lo siento. -Respira profundamente y se da la vuelta para abrazarme.- Me estaba metiendo donde no me llamaban.
- Y aun así has venido a la mismísima Pensilvania a recogerme. Me has acompañado hasta el final de este viaje. -Me aparto un poco de él para mirarlo directamente.- Quédate conmigo en casa...
Desvía la mirada apretando los labios. ¿No estará... a punto de llorar? Porque yo también lo estoy.
- Cállate, ya se me hace bastante difícil marcharme...
- Pues quédate.
- No puedo.
- ¡Quédate, por favor!
- ¡¡Mis instrucciones son dejarte aquí e irme!! -Se aleja secamente de mi, pero sin soltarme los hombros.- Te prometo que iré a visitarte en cuanto pueda, pero de momento vas a tener que seguir sin mi.
- No quiero... -Por tercera vez en lo que llevamos de aventura comienzo a llorar.- No me dejes solo...
- ¡No vas a estar solo! -Me acaricia la cabeza.- Mira, se supone que no debes saber esto todavía, pero hay más gente viviendo en tu nueva casa.
- ... Ah, ¿si?
- Si, y tengo entendido que son adorables. Vamos, campeón, ¡alegra esa cara! ¡Por fin vas a tener amigos!
- Tú ya eres mi amigo...
Jejeje, creo que eso si que ha conseguido arrancarle una lagrima... Se la limpia rápidamente y guarda sus manos en los bolsillos de su chupa de cuero.
- Anda, tira para arriba antes de que me ponga ñoño. Tengo una reputación de tío duro que mantener.
- ¿Desde cuando?
- Veo que ya empiezas a ponerte chulo, me gustas. De mayor quiero ser como tú.
Dice esto con un guiño cómplice antes de entrar otra vez al metro.
Joder, cómo lo voy a echar de menos...
Comentarios
Publicar un comentario