Capítulo 4: Mi Mono Y Yo.

Tal y como dijo Atlas, no me costó mucho encontrar la casa de mi tío. Si bien es cierto que todas las residencias de esta calle están ajardinadas y poseen una estructura arquitectónica similar, mi nuevo hogar se encuentra decorado con aparatos de medición meteorológica y otros mecanismos cuya utilidad no puedo saber a simple vista. Y para terminar de completar el cuadro, un enorme telescopio emerge desde el techo más alto del edificio.

Lo que no me esperaba es que nada más cruzar el umbral del jardín, una cuerda atrape mis pies y me deje colgando boca abajo de un árbol. Ahora se como se sentían los conejos que cazaba mi padre en la aldea...

- ¡¡Socorro!! ¡¡Que alguien me baje de aquí!!

Como caída del cielo, la que asumo que será mi vecina asoma la cabeza desde el otro lado del muro que separa nuestras casas. Es una chica joven de cabello rubio con tirabuzones en los extremos y... ¿Ojos morados? Las pecas de su cara y la sonrisa con la que me recibe le dan un aspecto adorable, así como su vestimenta similar a la de una muñeca.

- ¡Mira, cielo, ha caído otro! Y este parece un pastorcillo, qué monada...

Al poco aparece el citado, un chico de cabello oscuro y mechas blancas (serán teñidas, supongo) y ojos verdes. Al contrario que su compañera, este muchacho viste una ropa informal y de colores apagados, con una estética motera similar a la de Atlas.

- Hostia, si es Marco. ¿Dónde te has dejado a Amedio?
- Perdón si no me río, pero se me está subiendo la sangre a la cabeza. -No se quienes son Amedio ni Marco ni su puta madre, pero no necesito bromitas ahora mismo.- Necesito que me desatéis.
- Lo siento, pastorcillo, pero ni borrachos entramos en esta casa. ¡Ha sido un placer conocerte! ¡Chaooo! -Exclama la chica arrastrando a su pareja dentro con ella.

Gracias por nada.

Intento liberarme por mi cuenta, pero no tengo fuerzas para levantar mi torso hasta la cuerda y desisto a los cuatro o cinco intentos. Menos mal que iba a vivir con gente agradable... La próxima vez que vea a Atlas lo mato.

Ha sido pensar en esa gente y abrirse la puerta de la casa. De ella sale una chica (deduzco por el uniforme escolar) que lleva una máscara blanca con unos dibujos negros y rojos que emulan el rostro de un gato. Saca una especie de puñal oriental de su bolsillo y lo usa para cortar la cuerda que me siente sujeto.

Obviamente me como el suelo con patatas.

Acto seguido tira del extremo de cuerda que aun está atado a mi para arrastrarme al interior de la casa, cosa que consigue por mucho que forcejeo y trato de agarrarme a la hierba.

- ¡¡No!! ¡¡Suéltame!! ¡¡Ayuda, por favor!!

Una vez en el interior me levanta con un solo brazo y me obliga a sentarme en un sillón. Doy un rápido vistazo a mi alrededor para confirmar que, de hecho, me encuentro en la casa de mi tío Daniel. Lo se porque encima de la chimenea se encuentra una foto de él con otras dos personas: Una mujer de piel bronceada y un afable anciano. ¿Quienes serán?

Desde luego ninguno es la persona que acaba de, literalmente, secuestrarme. No me atrevo ni a levantarme por miedo a tropezar o que me ataque con su puñal. Ella por su parte ha tomado asiento frente a mi y no me quita la mirada de encima (o eso creo, no le veo la cara...)

- ¿Quién eres tú? -Al igual que el mío, su acento no es 100% español. Por las pintas que lleva debe ser asiática...
- Dustin Rice. -Decido ser sincero y no jugarme un tajo en las entrañas.
- Ya han venido muchos Dustin Rice por aquí estos últimos días y los hemos matado a todos.

Bien, creo que me he cagado encima.

- ¿¿Se puede saber qué está pasando aquí??
- No te hagas el inocente.

Esto lo dice otra chica que aparece por la puerta de la cocina. También posee un acento característico, que junto a su bronceada piel me da la sensación de que es una persona latina. Al igual que su compañera captora cubre su rostro con una máscara (aunque en este caso se trata de una de hockey) y va armada con un bate de baseball.

- Desde que se filtró el testamento de Daniel a la prensa no han faltado los oportunistas como tú que quieren cobrar la herencia.
- ¡¡Yo no soy un oportunista!! ¡¡Me llamo Dustin Rice y soy el sobrino de Daniel Rice!!
- ¿Puedes probarlo?
- B-bueno, recibí su carta... La cual dejé en mi vieja casa, mierda.

Pero entonces me viene a la memoria...

- Le echo tantísimo de menos... Él era el único que me apoyaba...
- Él también te añoraba, tenía una foto tuya...

- ¡¡Aun puedo probarlo, guardaba una foto mía!!
- ¿Cómo iba a tenerla si a los amish no se les permite echarse fotos?

...

Ah, claro.

- ¡Deja de decirme cosas bonitas, me haces llorar mas!
- Es la idea.

La próxima vez que vea a Atlas lo mato dos veces.

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