Capítulo 11: Lore Desbloqueado.

- ¡Qué desastre! -Exclama Dionisio alzando una de las camisas que me llevé del pueblo.- ¿Te obligaban a vestir así? Terrible, horroroso...

Me quejaría si no fuera mayormente cierto, sobre todo viniendo de un hombre tan apuesto y elegante

... Dustin, céntrate.

Hikari, Babiera y yo hemos quedado en la habitación de Dionisio. Ambos tenemos un cuarto de baño propio, pero la suya está decorada con tonos más cálidos que la mía.

- Y cuando llegó llevaba puesto esto. -Baviera le muestra mi sombrero plano aguantándose la risa.
- ¿¿Qué eras, enterrador?? - Lo lanza por la ventana.
- Cultivaba arroz...
- ¡Pues eso se acabó! Si quieres conquistar a ese chico de la biblioteca necesitas un cambio radical. Empezando por quemar todo esto...

Mientras padre e hija comienzan a tomarme medidas, me viene a la mente la conversación que Oliver y yo tuvimos cuando nos quedamos solos ayer...

- Siento mucho que te hayamos dado ese espectáculo. Como podrás imaginar, Dionisio y yo no somos muy buenos amigos.
- No es lo único me ha chocado.
- ¿Qué quieres saber primero?

¿¿Todo?? Pero traté de ordenar mis dudas antes de exponerlas.

- Si Baviera ya tiene a su padre, ¿por qué la adoptó el tío Daniel?

Por un instante pude ver dolor en su rostro. Quizás elegí mal mi primera cuestión... Dejé que se tomara su tiempo para levantarse, encender el fuego de la chimenea con un botón y volver a sentarse a mi lado. Mirando fijamente el fuego, comenzó su historia.
  
- En mayo de 2025, Celia y Dionisio fueron de viaje a Japón. Lamentablemente el avión de vuelta se estrelló y Celia... Es obvio lo que pasó con ella. Dionisio, a pesar de sobrevivir, acabó con varias secuelas psicológicas: Estrés postraumático, síndrome del superviviente, agorafobia... Así que Daniel y yo lo ingresamos en una residencia especial para personas que han pasado por situaciones límite como él.
- ¿No tiene más familia además de vosotros?
- Oh, si, Celia tenía muchos parientes en México. Pero Baviera se negaba a moverse de España hasta que su padre saliese de la residencia, y como tienen a Daniel en mucha estima dejaron que él la cuidase. De vez en cuando vienen a visitarnos.
- ¿Y la familia de Dionisio?
- No me corresponde hablar de su vida privada, dejémoslo en que es complicado.

 Me pregunto a qué se refería...

- Ahora extiende los brazos.

Hago lo que me manda y él saca un pequeño estuche de su bolsillo. Al abrirlo, una luz holográfica sale de su interior y me cubre por completo, dejando del lado de Dionisio un teclado en el que comienza a apuntar cosas.

- ¿Tienes algún estilo en mente del que podamos tirar?
- ... ¿Estilo? ¿De vestir? -No, la moda es otro tema que no domino en absoluto. Siempre me vestía mi madre...
- Podrías tomar inspiración del look geek de Daniel. -Añade Hikari.
- Disculpa, pero a Daniel también lo vestía yo, sería inspirarme de mi mismo. -Entonces hace una pausa.- ... Lo cual no suena a tan mala idea. ¡Soy un genio! No me beso porque no me llego.

Tras pulsar un par de botones, el estuche refleja sobre mi unos tejanos, y una camisa a cuadros rojos sobre otra verde. Anda, ¡colores!

- ¡Ponle pajarita! -Insiste la joven.
- No lo voy a vestir como el Doctor Novikov, me niego.

Dionisio y Hikari comienzan a debatir sobre si debería ponerme complementos o no, y mi consciencia viaja de nuevo hacia la tarde anterior.

 - Entonces, ¿usted es el verdadero padre de Hikari?
- ¡Por favor, no dejes de tutearme!
- De acuerdo. ¿Hikari es tu hija?
- No exactamente. Durante el accidente de avión, en un momento de lucidez, Dionisio la rescató de entre los escombros. Fue la única que quedó con vida de su familia y por eso decidí adoptarla. Más tarde, cuando casi me mato haciendo el imbécil, Daniel nos acogió a ambos para ampararnos económicamente.
- ¿Y tus parientes? ¿Saben lo que te ha pasado?
- Soy huérfano, soltero, y nunca tuve hijos.
- ... Oh. Lo siento.
- No te preocupes, nunca me ha supuesto un problema.

Sabía que habría algún trasfondo trágico con estos chicos, pero no me esperaba que tanto...

-  Y con respecto a ese tema... ¿Por qué no me lo explicasteis antes?
- Asumí que Daniel te lo habría contado en su última carta. -Se le escapó una risilla cansada y se dejó hundir un poco en el sillón. Pensándolo fríamente, siempre parece estar muy agotado...- ¿En serio no notaste que no era un niño normal?
- Si, pero... Supuse que simplemente eras muy inteligente. Que lo eres, vaya, pero no para un chico de once años. Lo cual es un alivio muy grande...
- ¿Un alivio?

Pasamos un rato barajando varias prendas y conjuntos que me sientan bien, con alguna que otra discusión entre el mayor y las chicas sobre que colores le van mejor a mi cabello y mis ojos (yo no opino sobre eso, no tengo ni idea).

Pero me siento algo culpable cuando veo a Dionisio pasando su tarjeta de crédito por la ranura del estuche...

- Invito yo.
- Muchas gracias...
- A ti, por dejar que me quede. Pero todavía nos queda trabajo...

Nos sentamos los cuatro en la cama de Dionisio, con las piernas cruzadas y mirándonos entre nosotros. ¿Es esto una de esas fiestas de pijamas de las que tanto se hablan?
  
- Hay que pensar cómo presentarte ante el chico de la biblioteca. Tener carisma también juega un papel importante en el arte de la seducción.
- Para empezar, no le digas tu apellido. Si papá se ha enterado de lo del tío Daniel, a saber quién más ha oído la noticia...
- ... ¿No es eso mentir?
- Omitir información no es mentir. -Asegura Dionisio.- Mentir sería contarle que eres trapecista del Circo Del Sol o alguna estupidez así.
- Esto es más bien lore desbloqueable. -Añade Hikari.- A medida que os vayas conociendo irá sabiendo más cosas de ti.

No se lo que es un lore desbloqueable, pero me puedo hacer una idea por el contexto. Yo asiento y sonrío como siempre, que parece que hasta ahora me ha ido bien.

- ¡Miralo, si es que eres adorable! Ya tienes la mitad del trabajo hecho. 
- Si te pregunta a qué te dedicas, dile que aun estás buscando qué estudiar. -Recomienda Dionisio.

Lo cual me recuerda...

- No te mentiré, llevo desde ayer sintiéndome... Inútil. Pensé que lo que había estudiado en la aldea me serviría para adaptarme aquí. Pero al llegar me topé con un montón de cosas que no entiendo, y con alguien a quien creía más preparado que yo con solo la mitad de mi edad.
- Oh, créeme, encontrarás más niños así.
- ... ¿Qué?

Hizo una pausa para apagar la pipa. Luego se quitó las gafas, las dejó en la mesilla que había junto a él y se desperezó un poco.

- Dustin, piensa en el contexto donde te has criado: Una comunidad social y tecnológicamente estancada, un entorno familiar que no quiso estimular tu aprendizaje... Es obvio que no vas a tener los mismos conocimientos y capacidades que tienen, por ejemplo, Baviera y Hikari. Y compararte conmigo ya sería más que injusto para ti, aunque eso último no lo sabías hasta hoy. Quizás debí asegurarme de ello antes de actuar con tanta naturalidad...

... No me lo había planteado así. Estaba demasiado ocupado odiándome a mi mismo como para pensar las cosas fríamente.

-  Pero cuando empiece el nuevo curso escolar quiero que estudies, Dustin. Que aprendas más cosas y te sientas mejor contigo mismo.
- De acuerdo. Aunque no se muy bien a qué carrera aplicar...
- Ya lo miraremos juntos con más calma.

Sonrío al recordar todo esto, pero también trato de concentrarme en la conversación presente.

- De hecho, si quiero estudiar.
- ¡Perfecto, pues! Otra cosa, ¿te sabes ya tu numero de memoria?
- ¿Del teléfono? -Lo saco de mi bolsillo y se lo muestro.- Lo he anotado en un papel y lo he enganchado al dorso del móvil, ¿a que es una buena idea?.

Pero por alguna razón los tres me miran con cara de horror y espanto.

- ... Eso es extremadamente cutre, Dustin.  No lo hace ni Oliver, que tiene ochenta y ocho años... -Murmura Baviera mientras me lo quita y arranca el papel.

Jo, pues nada. A ver si consigo aprendérmelo...

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