Capítulo 9: Como Conocí A Vuestro Padre.

Al final pedí prestado "Yo, Robot" y salí corriendo de la biblioteca, mandando un mensaje a Baviera para que viniese a recogerme. Por suerte no tarda demasiado en llegar con Oliver y Hikari.

Su furgoneta, a pesar de tener un aspecto más moderno al que estoy acostumbrado, delata por el sonido del motor que tiene más años que la dueña.

- Era de mis padres. -Responde partiendo rumbo a casa.- Se la compraron para ir de luna de miel a Euskadi. Está claro que el destino de este buga es viajar por el mundo, así que me lo llevaré de gira.

Este fin de semana he tenido momentos como este para conocer mejor a mis nuevos compañeros. Por ejemplo, Baviera es una chica increíblemente habilidosa, pero nunca ha estado interesada por la ciencia como Oliver o yo. Su talento lo invierte en reparar la furgoneta, personalizarla, componer canciones, aprender a tocar todo tipo de instrumentos, montar equipos de sonido y conseguir lugares donde actuar con sus amigos.

Jo, ojalá yo también tuviese amigos... Hoy ya tendría uno si no me hubiese acobardado.

- Oye, me llevarás contigo, ¿verdad? -Hikari aparta un momento la vista de su videoconsola (¡Aprendí esta palabra ayer!).
- Cuando seas mayor iré a buscarte.
- ¿¿Me vas a dejar dos años aquí tirada con estos frikis??

Los citados nos echamos unas risas, aunque yo no tengo muchas ganas ahora mismo... No paro de pensar en el ridículo tan grande que he hecho antes.

- ¿Estás bien? -La joven se da cuenta de que algo me pasa.- ¿Te han dicho algo en la biblioteca? Puedo encargarme de ellos si lo deseas...
- ¡No, no hace falta!

Una cosa que he descubierto de estos niños es que no son lo que a simple vista pueden parecer. Es cierto que su sentido del humor es algo... Macabro, si, da miedo. Pero bajo su papel de asesina sin escrúpulos, Hikari es una chica genuinamente cariñosa y espabilada, además de tener una imaginación desbordante. A veces me da la sensación de que se deja llevar demasiado por sus fantasías... Espero que eso no le de problemas.

- Pero si que es verdad que estás un poco distraído. ¿No te ha gustado la visita?
- Bueno... He conocido a un chico...

Baviera aprovecha que ha parado en un semáforo para mirarme con una gran sonrisa, al igual que sus hermanos políticos.

- ¡¡Ooooh!! ¡¡Cuenta, cuenta! 

Con esas caras de ilusión ya no se como impresionarlos... Comienzo a contar mi experiencia cuando el coche vuelve a avanzar.

- Estaba disfrutando como un crío, viendo tantos libros... ¡No sabía ni por donde empezar! Hasta que oí una risa detrás de mi. Era el sonido más claro y dulce que he oído en mucho tiempo...
- ¡Eres un pelota! -Exclama Hikari pellizcando mis mejillas.
- Déjalo que siga, anda. -Gracias, Oliver...

Para ser tan joven es sorprendentemente el más maduro de los tres, hasta el punto de gestionar la casa y otros asuntos importantes. Su actitud adulta y reflexiva suele ir acompañada de una vestimenta sobria y formal, y su complemento favorito son las pajaritas. Es con quien más he hablado hasta ahora, ya que hemos pasado mucho tiempo juntos en el laboratorio. Aunque cada vez me apetece menos...

No, no quiero pensar en eso ahora.

- Y al girarme para mirarlo, lo primero que pienso es que he visto a un ángel: Cabello blanco, ojos grises y redondos, una nariz perfecta, y su sonrisa... -Pensar en él hace que se me pase la ansiedad, es casi milagroso. Me dejo caer sobre el respaldo de mi asiento y emito un largo suspiro, concentrándome en aquella bella imagen.- Moriría por esa sonrisa...

Los chicos exclaman "¡¡Ooooh!!" otra vez.

- ¿Y qué quería? -Baviera toma entonces el cruce que lleva a nuestro vecindario.
- Vino a decirme que estaba haciendo ruido, resulta que en las bibliotecas hay que estar callado. Yo me disculpé y le dije que era mi primera vez aquí. Pensaba que se reiría o me miraría raro, pero fue tan comprensivo y atento...
- ¿Cómo se llama?
- ... Ni idea. Cuando me ofreció un asiento a su lado huí por pura vergüenza.
- ¡Oh, no! -Hikari me mira entristecida.- ¿¿Y si no vuelves a verle nunca más??

La sola idea me causa un gran desconsuelo, pues no creo que pudiese olvidarme de él. Al menos no en una larga temporada...

- A ver, si el chico tiene su edad seguramente estará estudiando. -Oliver frota mi hombro para tranquilizarme.- Y es muy probable que estos sean su horario y lugar habituales, así que si vuelve la semana que viene lo encontrará.
- E iremos con él para ayudarlo a conseguir su número. -Baviera aparca la furgoneta a unas cuatro casas de la nuestra.
- No iremos con él porque es adulto y se las sabe apañar. -El rubio le echa una mirada autoritaria.

Los cuatro bajamos del vehículo y nos dirigimos a casa, pero me temo que aun no me he librado de Baviera...

- Lo que si debemos hacer es comprarte ropa nueva, ¡no puedes seguir vistiendo como un hortelano! Quieres causarle una buena impresión, ¿verdad?
- Pues si, pero para esto quiero que me acompañeis...
- Descuida, estaremos contigo.

La mayor me dedica una sonrisa, y por increíble que parezca son los gestos como este los que me hacen sentir más cómodo entre ellos. Si esta es mi nueva familia, no podría pedir una mejor.

Hablando de familias, a lo lejos puedo distinguir a nuestros vecinos mirándonos por encima de la valla que nos separa.

- ¡Aquí estáis! -Julieta parece estar especialmente entusiasmada.- Tenéis visita. Una visita muy atractiva, además...
- Si, el pavo está cañón, ¿para qué mentir? -Añade Iván mirando a nuestro jardín.- Pero lleva un cabreo encima...

Efectivamente, en una de las sillas del jardín hay sentado un hombre de mediana edad, de piel bronceada y cabello negro peinado hacia atrás. Tenían razón, es bastante apuesto.

Lo siento, soy muy gay.
 
- ¡¡Papá!! -Exclama Baviera, lanzándose a sus brazos con inmensa alegría.

¿¿Papá?? ¿¿Esta no era huérfana??

El hombre se relaja un poco al estrechar a su hija y le ordena con voz amable (y un acento mejicano más marcado que el de ella):

- Ve a tu cuarto y haz las maletas, nos vamos de aquí.
- ¿¿Qué?? Oye, no puedes...
- ¡Si puedo! ¡Dame eso, por favor! ¡No me repliques! -A pesar de lo enojado que está se esfuerza en hablarle con cariño. Finalmente logra quitarle las llaves y entra en casa.- ¿Y donde está el doctor Novikov? Me debe unas cuantas explicaciones...

Nuestros vecinos no nos quitan el ojo de encima, pero una mirada de Hikari hace que se acobarden y se escondan de nuevo en su nidito de amor.

- Dionisio, creo que primero deberías calmarte... -Oliver va detrás de él y sujeta su brazo.- Han pasado más cosas de las que sabes y...
- ¿Y tú quién eres? -Dionisio lo aparta con cuidado y se inclina sobre él.- Lo siento, hijo, pero estoy muy ocupado. Hikari, ¿tú sabes donde está?
- Si, aquí, pero...
- Por supuesto que se iba a esconder, maldito... ¡¡Doctor Novikov, venga aquí ahora mismo!!

Hikari me hace entrar y cierra la puerta. Su hermano y ella lucen bastante incómodos, imagino que esta debe ser una situación dolorosa. Tener que mediar entre su difunto abuelo y este hombre que ha venido expresamente a discutir con él...

- Escuchame, no hace falta que grites. -Oliver se interpone una vez mas en su camino con los brazos cruzados, y ya se le empieza a ver algo mosqueado.
- Papá, creo que deberías escucharle...
- ¿A este chico? No se qué relación tendrá con él, pero está claro que quiere distraerme para que no lo encuentre.

Dionisio sacude su cabeza y quita al joven de en medio con un suave empujón. Está actuando de una forma sorprendentemente pacífica, considerando lo visiblemente enfadado que está. Oliver lo persigue por la cocina y, a diferencia de él, comienza a comportarse de forma hostil.

- ¿¿Quieres dejar de hacer el imbécil?? -Le da una torta en el brazo para que se detenga.- ¿¿Se puede saber qué te pasa??
- ¡¡Ay!! ¡¡Niño, esto no es asunto tuyo!! -Lo deja atrás para inspeccionar el comedor.

Casi no reconozco al chico ahora mismo, se le está poniendo la piel roja y ha tensado los hombros hasta las orejas.

- A mi no me vas a hablar así...-Gruñe con los dientes prietos.

Toma una de las piezas de fruta que nos regalaron los vecinos y la lanza justo a su cabeza. No había visto algo así desde aquella vez que mamá le disparó una cebolla a mi padre cuando descubrió que fumaba a escondidas...

- ¡¡Dionisio Javier Montesinos, maldito mocoso insolente!! -Le da un fuerte pisotón al suelo para enfatizar sus palabras.- ¡¡No te permito que irrumpas asi y me faltes el respeto de esa forma!! ¡¡Si no vienes a hablar conmigo como un hombre adulto inmediatamente, te tiro otra tan fuerte que te dejo calvo!!
- Dios mío... -El agredido se gira lentamente para mirarlo con una expresión asustada, frotándose la nuca con su temblorosa mano.- Es usted...

Entonces se desmaya, y menos mal que Baviera corre a sujetarlo.

Yo por mi parte creo que necesito sentarme...

Comentarios