Levanto la mirada al escuchar el golpe seco de unos cuantos libros contra el suelo. Al otro lado de la estantería veo a un chico con cara de circunstancias, y no puedo evitar sonreír al reconocerlo: es el chico del otro día. Me levanto y me acerco con cuidado.
- Espera, te ayudo -digo mientras me agacho a su lado-. Debemos ser rápidos para que la bibliotecaria no nos pille.
Pero en un despiste ambos vamos a por el mismo libro y nuestros dedos se rozan, y mi respiración se corta durante unos segundos cuando nos miramos a la cara. Verlo tan de cerca me hace darme cuenta de cosas que no vi la primera vez, como los pocos pelos que adornan su mentón o el hecho de que sus ojeras sean realmente cosa de genética más que de falta de sueño.
Siento mi estómago darse una vuelta sobre sí mismo y cómo me ruborizo al adivinar lo que eso significa.
- Me alegro de volver a verte -le digo al fin, soltando el libro para que lo recoja él-. La última vez no llegué ni a saber tu nombre.
- Cierto, perdón... -parece bastante nervioso.- Es que vinieron a recogerme antes de la hora que acordamos. Me llamo Dustin.
- Yo me llamo Nathan. Encantando de nuevo.
Suspiro lentamente, y por el rabillo del ojo veo a mi compañero de mesa sonriendo como si estuviera viendo el espectáculo de su vida. A veces me gustaría matarlo.
- ¿Vienes a sentarte esta vez a la mesa? Estoy estudiando con un compañero de la facu, así estaremos más tranquilos.
- Hola... -habla como en un susurro mientras toma asiento.- Me llamo Dustin. ¿Y tú?
- Ah, él es Da...
- Dallas -me interrumpe, y yo no puedo evitar mirarlo con el ceño fruncido-. Puedes llamarme Dallas. Es como me llaman algunos.
- Ah... ¿sí? -no puedo evitar preguntar. Es la primera vez que tengo constancia de ese hecho.
- Nathan, tienes que actualizarte. -con un ademán de la mano, el ahora conocido como Dallas pasa de mí y presta toda su atención a Dustin-. Y dime, Dustin, ¿de qué conoces a la belleza que tengo por amigo?
Como es natural, mi reacción es ponerme como un tomate y mirarlo como si quisiera matarlo. Por su parte Dustin me mira un instante con algo de timidez antes de responder.
- Nos vimos aquí la semana pasada. Yo no paraba de correr de un lado a otro buscando libros y él me pidió que dejase de hacer el tonto... -Le sale un risilla incomoda- ¿Y tú?
- Oh, intenté ligar con él el primer día que lo vi por aquí.
- Y yo era demasiado tímido como para pegarle con el portátil en la cara, que es lo que tenía ganas de hacer -suspiro mientras me siento a su lado-. Cómo consiguió que me cayera bien, lo suficiente como para soportar estar a su lado más de una hora seguida, es un misterio.
- O más bien quieres que te corrija los cálculos, como todos.
- Puedo corregir mis propios cálculos, muchas gracias. -miro a Dustin y sonrío al ver su cara de confusión-. Dallas es matemático. Ahora mismo está doctorándose.
- ¡Ah, que guay! ¿Y tú que estudias, Nathan?
- Ingeniera Industrial. -sonrío de nuevo al ver la cara que pone, entre sorprendido y encantado. Es la primera vez que reaccionan así cuando lo digo-. ¿No me ves cara de científico?
- ¡Oh, no, para nada! Es que no se lo que es... ¡Pero estoy seguro de que eres muy listo!
Me sonrojo y bajo la mirada, mordiéndome ligeramente el labio. Disfrutaría más de este momento si no oyera la risita de Dallas por debajo de su mano.
- Gracias. Básicamente estudio cómo puedo hacer que un edificio, como una empresa o un hospital, pueda funcionar mejor. Como una cadena de montaje, ¿sabes?
- Suena divertido, aunque también muy difícil... ¿Por que decidiste estudiar eso?
- Me gustaba ensamblar piezas de niño, que todo fuera en su lugar, como un engranaje. -me rasco un poco la cabeza-. Más tarde supe que quería hacer algo de ciencias, pero no sabía qué. Buscando información... Supongo que tenía sentido.
- Como ves, Nathan ha sido adorable desde niño -comenta Dallas, y yo me sonrojo aún más.
- Es muy tierno, si. Y ha tenido mucha suerte de poder estudiar algo que le gusta...
Levanto la mirada un poco. Es cierto, Dustin lleva poco tiempo en España. Probablemente ya había empezado el curso escolar cuando él llegó y no pudo apuntarse en la universidad. A lo mejor ni siquiera tiene un título que le permita acceder a estudios superiores. Ahora mismo me da mucha pena, pero me cuido de decírselo.
- ¿Qué te gustaría estudiar a ti?
- A mi también me viene de pequeño. Mi tío solía darme libros y cacharros para que montase mis propias... ¿Cosas? -ríe algo avergonzado- Ni yo lo sabia, pero me encantaba atornillar y juntar cables. Quisiera dedicarme a algo donde pueda hacer lo mismo, aunque de forma mas ordenada y con un material decente. ¿Robotica, quizás?
- Eso es muy chulo. Ojalá puedas hacerlo.
En eso noto una molestia en mi estómago, y tras analizarla un poco me doy cuenta que no tiene nada que ver con las sensaciones que llevo teniendo desde que Dustin está aquí, es más bien algo físico.
- Tengo un poco de hambre, creo que voy a acercarme a la máquina a coger una barrita de cereales o algo así, y ya aprovecharé para ir al baño. ¿Vosotros queréis algo?
- Yo estoy bien -responde Dallas, que por algún milagro ha dejado de prestarnos atención a Dustin y a mí y se ha centrado en sus números.
- Vale, ¿y tú, Dustin? Yo invito.
- Cualquier cosa me vale. Gracias...
-o-
Contemplo la mirada de enamorado de Dustin mientras Nathan se aleja y me tengo que aguantar la risa muy fuerte. Si la dejara escapar, probablemente me echarían de la biblioteca y con razón.
Madre mía, no será que estoy compartiendo mesa con un par de PARDILLOS.
Conste que lo de pardillo va con cariño.
- Le puedes pedir su número, ¿sabes? -le digo, apoyando mi cabeza en una mano-. Es tímido, pero no tanto como para que no te lo vaya a dar.
- ¿¿Tú crees?? ¿¿No será muy atrevido??
- Siempre puedes poner de excusa que no conoces gente en la ciudad y quieres saber que cuentas con alguien. No es tan complicado. -guardo silencio unos segundos y sonrió-. Te gusta mucho, ¿verdad?
- Mucho, ¡muchísimo! ¡No he dejado de pensar en él desde que nos conocimos!
Me encanta lo sincero que es este chico. Sí, cierto, podría ser más guapo, pero Nathan no le da importancia a esas cosas, y seamos sinceros, es su tipo.
- Dame tu móvil, anda.
- Aquí tienes. Gracias...
- No hay de qué.
Me meto en sus contactos y guardo el teléfono de Nathan. Va a querer matarme cuando sepa lo que hecho, pero ya me dará las gracias mentalmente cuando estén intercambiando saliva.
- Listo -le devuelvo el móvil-. No te asustes por su foto de perfil de Whatsapp, tengo entendido que es su mejor amigo y terriblemente hetero. -sonrío-. Para mi desgracia.
- Siento que tengo un tesoro en mis manos... Te debo una, Dallas. Eres genial.
- Agradécemelo después de salir con él, se nota que los dos tenéis ganas-. vuelvo la vista a mis papeles y mis cosas-. Sois adorables en verdad.
Veo cómo se pone rojo como un tomate y casi se le cae el móvil al suelo.
- ¿¿Piensas que le gusto??
- Tú habla con él, ya he dicho más de lo que debería. -levanto ligeramente la mirada y veo la inconfundible cabellera de Nathan viniendo hacia nosotros-. Y ahora disimula que vuelve.
Ya he hecho mi buena obra del día.
- Espera, te ayudo -digo mientras me agacho a su lado-. Debemos ser rápidos para que la bibliotecaria no nos pille.
Pero en un despiste ambos vamos a por el mismo libro y nuestros dedos se rozan, y mi respiración se corta durante unos segundos cuando nos miramos a la cara. Verlo tan de cerca me hace darme cuenta de cosas que no vi la primera vez, como los pocos pelos que adornan su mentón o el hecho de que sus ojeras sean realmente cosa de genética más que de falta de sueño.
Siento mi estómago darse una vuelta sobre sí mismo y cómo me ruborizo al adivinar lo que eso significa.
- Me alegro de volver a verte -le digo al fin, soltando el libro para que lo recoja él-. La última vez no llegué ni a saber tu nombre.
- Cierto, perdón... -parece bastante nervioso.- Es que vinieron a recogerme antes de la hora que acordamos. Me llamo Dustin.
- Yo me llamo Nathan. Encantando de nuevo.
Suspiro lentamente, y por el rabillo del ojo veo a mi compañero de mesa sonriendo como si estuviera viendo el espectáculo de su vida. A veces me gustaría matarlo.
- ¿Vienes a sentarte esta vez a la mesa? Estoy estudiando con un compañero de la facu, así estaremos más tranquilos.
- Hola... -habla como en un susurro mientras toma asiento.- Me llamo Dustin. ¿Y tú?
- Ah, él es Da...
- Dallas -me interrumpe, y yo no puedo evitar mirarlo con el ceño fruncido-. Puedes llamarme Dallas. Es como me llaman algunos.
- Ah... ¿sí? -no puedo evitar preguntar. Es la primera vez que tengo constancia de ese hecho.
- Nathan, tienes que actualizarte. -con un ademán de la mano, el ahora conocido como Dallas pasa de mí y presta toda su atención a Dustin-. Y dime, Dustin, ¿de qué conoces a la belleza que tengo por amigo?
Como es natural, mi reacción es ponerme como un tomate y mirarlo como si quisiera matarlo. Por su parte Dustin me mira un instante con algo de timidez antes de responder.
- Nos vimos aquí la semana pasada. Yo no paraba de correr de un lado a otro buscando libros y él me pidió que dejase de hacer el tonto... -Le sale un risilla incomoda- ¿Y tú?
- Oh, intenté ligar con él el primer día que lo vi por aquí.
- Y yo era demasiado tímido como para pegarle con el portátil en la cara, que es lo que tenía ganas de hacer -suspiro mientras me siento a su lado-. Cómo consiguió que me cayera bien, lo suficiente como para soportar estar a su lado más de una hora seguida, es un misterio.
- O más bien quieres que te corrija los cálculos, como todos.
- Puedo corregir mis propios cálculos, muchas gracias. -miro a Dustin y sonrío al ver su cara de confusión-. Dallas es matemático. Ahora mismo está doctorándose.
- ¡Ah, que guay! ¿Y tú que estudias, Nathan?
- Ingeniera Industrial. -sonrío de nuevo al ver la cara que pone, entre sorprendido y encantado. Es la primera vez que reaccionan así cuando lo digo-. ¿No me ves cara de científico?
- ¡Oh, no, para nada! Es que no se lo que es... ¡Pero estoy seguro de que eres muy listo!
Me sonrojo y bajo la mirada, mordiéndome ligeramente el labio. Disfrutaría más de este momento si no oyera la risita de Dallas por debajo de su mano.
- Gracias. Básicamente estudio cómo puedo hacer que un edificio, como una empresa o un hospital, pueda funcionar mejor. Como una cadena de montaje, ¿sabes?
- Suena divertido, aunque también muy difícil... ¿Por que decidiste estudiar eso?
- Me gustaba ensamblar piezas de niño, que todo fuera en su lugar, como un engranaje. -me rasco un poco la cabeza-. Más tarde supe que quería hacer algo de ciencias, pero no sabía qué. Buscando información... Supongo que tenía sentido.
- Como ves, Nathan ha sido adorable desde niño -comenta Dallas, y yo me sonrojo aún más.
- Es muy tierno, si. Y ha tenido mucha suerte de poder estudiar algo que le gusta...
Levanto la mirada un poco. Es cierto, Dustin lleva poco tiempo en España. Probablemente ya había empezado el curso escolar cuando él llegó y no pudo apuntarse en la universidad. A lo mejor ni siquiera tiene un título que le permita acceder a estudios superiores. Ahora mismo me da mucha pena, pero me cuido de decírselo.
- ¿Qué te gustaría estudiar a ti?
- A mi también me viene de pequeño. Mi tío solía darme libros y cacharros para que montase mis propias... ¿Cosas? -ríe algo avergonzado- Ni yo lo sabia, pero me encantaba atornillar y juntar cables. Quisiera dedicarme a algo donde pueda hacer lo mismo, aunque de forma mas ordenada y con un material decente. ¿Robotica, quizás?
- Eso es muy chulo. Ojalá puedas hacerlo.
En eso noto una molestia en mi estómago, y tras analizarla un poco me doy cuenta que no tiene nada que ver con las sensaciones que llevo teniendo desde que Dustin está aquí, es más bien algo físico.
- Tengo un poco de hambre, creo que voy a acercarme a la máquina a coger una barrita de cereales o algo así, y ya aprovecharé para ir al baño. ¿Vosotros queréis algo?
- Yo estoy bien -responde Dallas, que por algún milagro ha dejado de prestarnos atención a Dustin y a mí y se ha centrado en sus números.
- Vale, ¿y tú, Dustin? Yo invito.
- Cualquier cosa me vale. Gracias...
-o-
Contemplo la mirada de enamorado de Dustin mientras Nathan se aleja y me tengo que aguantar la risa muy fuerte. Si la dejara escapar, probablemente me echarían de la biblioteca y con razón.
Madre mía, no será que estoy compartiendo mesa con un par de PARDILLOS.
Conste que lo de pardillo va con cariño.
- Le puedes pedir su número, ¿sabes? -le digo, apoyando mi cabeza en una mano-. Es tímido, pero no tanto como para que no te lo vaya a dar.
- ¿¿Tú crees?? ¿¿No será muy atrevido??
- Siempre puedes poner de excusa que no conoces gente en la ciudad y quieres saber que cuentas con alguien. No es tan complicado. -guardo silencio unos segundos y sonrió-. Te gusta mucho, ¿verdad?
- Mucho, ¡muchísimo! ¡No he dejado de pensar en él desde que nos conocimos!
Me encanta lo sincero que es este chico. Sí, cierto, podría ser más guapo, pero Nathan no le da importancia a esas cosas, y seamos sinceros, es su tipo.
- Dame tu móvil, anda.
- Aquí tienes. Gracias...
- No hay de qué.
Me meto en sus contactos y guardo el teléfono de Nathan. Va a querer matarme cuando sepa lo que hecho, pero ya me dará las gracias mentalmente cuando estén intercambiando saliva.
- Listo -le devuelvo el móvil-. No te asustes por su foto de perfil de Whatsapp, tengo entendido que es su mejor amigo y terriblemente hetero. -sonrío-. Para mi desgracia.
- Siento que tengo un tesoro en mis manos... Te debo una, Dallas. Eres genial.
- Agradécemelo después de salir con él, se nota que los dos tenéis ganas-. vuelvo la vista a mis papeles y mis cosas-. Sois adorables en verdad.
Veo cómo se pone rojo como un tomate y casi se le cae el móvil al suelo.
- ¿¿Piensas que le gusto??
- Tú habla con él, ya he dicho más de lo que debería. -levanto ligeramente la mirada y veo la inconfundible cabellera de Nathan viniendo hacia nosotros-. Y ahora disimula que vuelve.
Ya he hecho mi buena obra del día.
Comentarios
Publicar un comentario