Capítulo 20: La Gran Barrera De Coral.

La pareja ha vuelto corriendo a su casa a curar la herida de Iván.

... 

Que va, ni siquiera es su casa. Solo están de ocupas aprovechando que la dueña se ha tomado un año sabático en Chipre, lo cual fue una suerte inmensa considerando su situación.

Quiero esos documentos, les dijo claramente su superior, y si no los conseguís las consecuencias serán terribles.

Ya les había dado demasiadas oportunidades, y después de tan lamentable racha esta parecía la buena. Pero no, solo había sido otro fracaso más.

Julieta tenía preparada una maleta por si el plan se torcía, cosa que al final ha sucedido, así que se disponen a huir. ¿A dónde? Ojalá lo supieran.

Sin embargo, antes de que puedan tomar el pasillo hasta la salida, el móvil del chico suena. Ella empieza a temblar, por lo que él le pide silencio con un gesto tranquilizador y atiende la llamada.

- Os lo advertí. No os mováis de aquí, mi secretaria está en camino. Ella se encargará de vosotros.

Cuelga, y Julieta comienza a llorar agarrada a Iván. Él trata de mantenerse tranquilo, pero antes de que pueda darle alguna palabra de consuelo oyen que alguien llama a la puerta. Se acercan lentamente y abren con recelo, para encontrar ante ellos a una chica joven.

Su cabello es de color castaño rojizo, sus ojos son claros y azules, y su nariz es algo alargada. Tiene unas ojeras ligeramente notorias, pero quitando todo esto es bastante guapa. Lleva un vestido corto de color celeste y va arropada con una gabardina blanca.

- Seguidme, por favor. Pero antes necesito que os pongáis esto.

Les tiende un par de sacos de tela. Al momento captan que se los tienen que poner en la cabeza, así que ella se los lleva a cada uno de una mano y salen de la casa.

Caminan durante unos cinco minutos hasta que suben a un coche. Allí la pareja no se separa ni un instante, y Julieta todavía va temblando y sollozando.

Tras unos quince minutos de coche, cambian de vehículo. Esta vez se trata de uno aéreo... ¿Una avioneta, quizás?

- Ya podéis quitaros los sacos. -Hacen lo que les indica, y al notar que la miran con temor le entra una risilla incómoda.- ¿Qué os pasa? Ni que hubierais visto un fantasma...

Silencio. Solo tras unos segundos de análisis, la chica se da cuenta de lo que está pasando.

- ¡Oh, ¿pensáis...?! ¡No, no, no! -Ahora ríe con más soltura, como el trino de un pájaro.-  La secretaria ha sido dejada inconsciente en vuestro jardín. Mis Mariposas y yo no tenemos nada que ver con esta movida. Con las prisas se me olvidó decíroslo...

Claramente estos dos nunca han oído hablar de esas tales "Mariposas". Se miran el uno al otro, más aliviados que antes pero también más confundidos.

- ¿Quién eres tú? -Pregunta Iván.
- Llámame Monarca. Es un alias, claro, no voy a deciros como me llamo de verdad.
- ¿Y por qué toda la tontería de los sacos? -Julieta sigue un poco molesta con eso.
- ¡Para que no vierais nuestra base secreta! Que no somos tontos, ¿sabes? -Se despereza en en su asiento del avión privado y se pone cómoda.- ¿Tenéis hambre? ¡Yo estoy que me muero!
- No, gracias...
- ¡Como queráis!

Toca el botón de asistencia al pasajero y aparece un azafato. Ella le da un papel que saca de su bolsillo y él se despide con un saludo cortés.

- Bien, eh... -Mira disimuladamente su mano.- Juliana y Juan.
- Julieta e Iván. -Ella enarca la ceja.- Se te ha corrido la tinta de la mano, ¿verdad?

Silencio.

- ... Como os decía, ahora nos estamos dirigiendo a vuestra nueva casa. -Saca otro papel de su bolsillo y se lo tiende a ellos.
- ... ¿Una receta de cocina? -Iván la mira con el ceño fruncido.
- ... Oh, mierda, entonces le he dado la dirección. -Lo vuelve a coger.- Ahora, vuelvo, voy a buscar al azafato.

Silencio otra vez, aunque ahora al menos Julieta se está riendo por lo bajo. A su novio le alivia mucho ver que se lo pasa bien.

Monarca vuelve por fin a su asiento con la verdadera dirección, que resulta estar en...

- ¿Sidney? ¿¿Australia?? -A la rubia le brillan los ojos.
- Dijiste que queríais pasar allí vuestra luna de miel, ¿verdad? Pues yo os ofrezco una luna de miel de por vida.

Sin embargo, se inclina sobre la mesa y los mira muy seriamente. No es una mirada amenazante, pero con este gesto ya notan que no se anda con chiquitas.

- A cambio quiero saber quién os mandó a espiar a los Rice. Quiero nombres, direcciones, asociados... Todo. Mis mariposas y yo os ofrecemos protección total, pero queremos que seáis sinceros.

La pareja vuelve a compartir una mirada, esta vez más segura que la anterior.

- ¡De acuerdo! -Exclaman ambos a la vez.
- ¡Perfecto! -Les tiende un par de llaves y una cartera con varias identificaciones.- ¡Pues ya sois ciudadanos australianos! Tranquilos, de esto se ha encargado Colias, que es más competente que yo.

Los novios examinan la nueva documentación a su nombre por si acaso, pero todo está en regla. Abonos de transporte, tarjetas de crédito... ¡Hasta un par de entradas para la Sidney Opera House!

- Sois unas buenas personas... -Julieta le dedica otra sonrisa aliviada.
- Y vosotros también. Pasa que cuando estás endeudado hasta las cejas haces cosas feas como las que habéis hecho. Lo sabemos, y lo entendemos. Muchas de mis Mariposas se unieron a mi para huir de su pasado, de hecho.
- Oye, pues si os quedan vacantes... -Añade Iván.- Nosotros no sabemos hacer otra cosa que espiar.
- ¡Consideraré la oferta! Pero primero quiero que os toméis unas vacaciones. Como habréis podido comprobar, os he invitado a la Óper...

El tono de su móvil la interrumpe. Normalmente descartaría la llamada, pero al ver de quién se trata se disculpa con ellos, va con paso ligero al cuarto de baño y responde.

- ¡Hola! Siento mucho no haber llegado a tiempo, todo pasó muy deprisa. Y al llegar los supuestos polis no quise arriesgarme a que nos descubrieran, así que pedí a mis chicos que diesen media vuelta. Luego todo volvió a pasar muy deprisa, así que les pedí que dieran media vuelta otra vez. Por el camino se toparon con un control de tráfico y... Vaya, que la he liao parda.
- No te preocupes, lo entiendo. Es más, de no haber sido por la situación, aun tendríamos una bomba a punto de estallar entre nosotros.
- ¿A qué te refieres?
- Nos sentamos a hablar de nuestros sentimientos, pero ya te lo contaré con más calma. Ahora llamo por otro motivo.

Parece serio, y a ella no le gusta su tono cuando está serio. Normalmente lo usa para pedirle cosas que sabe que no le hacen ninguna gracia.

- ¿Qué necesitas?
- Que vayas a ver a Dustin y le cuentes la verdad.

...

Qué directo, esto la deja en shock. No solo porque no se lo esperaba, sino por lo que implicaría presentarse allí sin más.

- ¿Estás ahí?
- Si, estoy, pero... ¿Por qué no se lo cuentas tú? ¡También estabas ahí cuando pasó!

Oye un gruñido bastante irritado. Vale, esa ha sido una respuesta terrible...

- ... Dame tiempo, ¿vale?
- Odio cuando procrastinas así. Sobre todo para las cosas importantes.
- Tengo que colgar.
- Vale, esquiva el tema. Pero yo te aviso que no puedes seguir huyendo de esto.
- Que si, que te quiero mucho. Adiós.
- Adiós...

Odia tener que cortarle así, pero con la edad se ha vuelto muy pesado. 

Al salir se cruza con el azafato, quien la saluda alegremente y le informa de que su comida se está preparando. Al reunirse con sus nuevos protegidos insiste una vez más:

- ¿Seguro que no queréis comer? ¡Es trucha a la manzana, mi favorita!

Comentarios