Capítulo 2.2.: El Vuelo De Los Pingüinos

Bajo del Metro a toda prisa, agarrando la mochila contra mi pecho como me recomendaron, y busco entre las salidas de la estación hasta encontrar la que deja cerca del acuario. ¡Espero no llegar tarde! Llevo cinco días pensando en esta cita y quiero que todo salga perfecto...

Esquivo a los turistas por el paseo, siguiendo el mapa de mi móvil, hasta que compruebo con alivio que no me he equivocado de camino. Pero poco me dura... No sabía que el centro estuviera justo al lado del puerto.

"Tranquilo, Dustin", me digo a mi mismo. "Sólo es el mar... Respira...". Cierro los ojos e inspiro y exhalo con calma, pensando en cosas bonitas. Tornillos pequeñitos, llaves inglesas relucientes, botones redondos que hacen "click" al pulsarlos...

Si, funciona. Empiezo a notarme más tranquilo. Estoy bien, ¡todo irá bien! Y esta va a ser la cita ideal, pues hoy pienso pedirle a Nathan que...

- ¡Hola, Dustin! -Ni los canguros, oye, ¡vaya salto he dado! Hablando del rey de Roma...- Perdón, no quería asustarte...
- ¡N-no, tranquilo, no pasa nada! ¿Entramos ya? ¡Me muero de ganas! -Esto lo digo tomando su mano y arrastrandolo conmigo hacia las taquillas.
- ¡Como quieras! -Oigo otra de sus dulces risillas detrás de mi y cómo me estrecha con entusiasmo.- ¿Llevas mucho rato esperandome?
- Justo acabo de llegar...

Después de pagar nuestras entradas cruzamos el umbral de las puertas correderas y nos topamos de lleno con la tienda de regalos. Hago nota mental de fijarme en qué animales le gustan a Nathan para comprarle un peluche.

- Al acuario se accede por esas escaleras, -Dice mientras tira de mi esta vez, subiendo juntos por lo que parecen los restos de un barco pirata.- ¡puede que lleguemos a tiempo a la primera comida del día!

Pasamos junto a un parque infantil con aspecto de submarino, una figura de una tortuga gigante y una pecera circular donde flotan pequeñas medusas. Como es ya costumbre, comenzamos a echarnos fotos en todas partes. A menudo Nathan posa dándome besos en la mejilla, ¡debe de tenerme mucho aprecio! Me pregunto cómo me trataría si le gustase como él me gusta a mi...

Después de hacer un rato el tonto en la zona de juegos, tomamos el camino que lleva a los acuarios. ¡Qué sitio tan bonito! Es como estar dentro de una novela de Julio Verne, autor que a ambos nos encanta.

...

Oh, no...

La pecera de los esturiones es gigantesca. Ocupa una pared entera, es muy profunda, y puedo oír las ondas del agua cada vez que los peces nadan cerca de mi. Tampoco ayuda que esta parte del recorrido esté medio a oscuras, con la única luz disponible siendo la que transluce a través del agua del acuario.

Me quedo paralizado en el sitio, rígido cual tronco, con la boca seca y los ojos llorosos. Esto es horrible... Y no paro de recordar cosas. Cosas que no quiero tener de nuevo en mi cabeza. La aldea, mi padre, la lluvia, el río, Schmetterling, el funeral, la pelea, gente gritando, gente llorando, quiero llorar...

- ¡Dustin! -Noto como Nathan me sacude.- ¿Me oyes? No me asustes así... 

¿Cuanto tiempo llevo así? Oh mierda, mierda... Lo mejor será que le diga la verdad.

- ... Tengo fobia al agua.
- ... ¿Por qué no me lo dijiste cuando lo propuse?
- Pensaba que serían como la pecera de Hikari.
- ¿Y ella tampoco te dijo nada?
- No lo sabe. Nadie lo sabe. Salvo tú, claro...
- Dustin... Deberías hablar de estas cosas, no me canso de repetirtelo.
- ¡No me impide tener una vida normal! Puedo poner agua en un cazo para cocinar, regar las plantas, ducharme... Pero las grandes extensiones de ella... Son otra historia. ¿Cuantos años tiene este edificio siquiera? ¿Qué fuerza tendrán estos bichos? ¿Y si...?
- Dame la mano.

Confío en Nathan. Dejaría toda mi vida a su cargo si se diera el caso. Hago lo que pide y él me conduce hasta los esturiones. Tiemblo un poco, pero si él sabe lo que está haciendo entonces no tengo nada que temer.

Coloca la palma de mi mano en la fría superficie del cristal. Mi primer instinto es alejarme, pero siento como masajea el dorso con su mano. Aunque también siento las pulsaciones de la depuradora...

- Este cristal tiene un grosor de 2 centímetros. Eso es más de un dedo, así que imagina lo difícil que debe ser romperlo. Necesitarías literalmente un diamante para hacerle nada, y aun así costaría. -Asiento nervioso, pero sin apartar la vista de la decoración acuática.- Los muros son de hormigón. En construcciones, el hormigón es el elemento que se utiliza para sostener a los demás, y pueden cargar todo el peso de la estructura. Sin duda aguantarán la presión del agua, y calculando las medidas a ojo no creo que esta ejerza tanto como te imaginas. Por no hablar de que... -Con la mano libre coloca su dedo índice en mi nariz, frotandola un poquito.- Los esturiones tienen el morrito débil. Se harían más daño intentando romperlo que otra cosa, pobrecillos.

Nathan sabe de estas cosas y ha estado aquí más veces. Si él dice que este sitio es seguro, ¡yo le creo! Veo cómo me sonríe, cómo la azulada luz del acuario perfila su rostro y hace brillar sus ojos... Y ya no siento miedo. Sólamente siento otra cosa...

- Te amo.
- ... ¿Qué?

... 

MIERDA. Me está mirando y no sé leer su expresión... ¿Está sorprendido? ¿Está asqueado? ¿Me odia? Por favor que no me odie, no podría soportarlo, ¡me moriría!

- ¡Q-quiero decir que amo tus explicaciones y...!

Antes de que pueda inventarme cualquier excusa, Nathan me agarra la cara y me besa. ¡Me besa, a mi! ¡El primer beso de Dustin Thobias! Esto es... Es mágico. Siento un cosquilleo en mis entrañas y en mis labios, que no los puedo poner de otra forma que no sean una sonrisa. Me arde la cara y se me cierran los ojos del gustito. Sujeto también su cara y le devuelvo el beso. No tengo ni puñetera idea de cómo hacerlo, pero ya aprenderé....

- Ya era hora... -Me dice cuando nos apartamos para tomar aire.- Llevamos así cinco meses.
- Oye, que tú también podrías haber dicho algo...
- ... Has ganado este asalto. -Me da un golpecito en el hombro, ríendo avergonzado. Dios mío qué guapo es, qué bueno es, ¡cómo le quiero!- Vamos, ¡quiero ver como alimentan a las rayas!

Salimos corriendo del pasillo oscuro y vamos de la mano hasta una piscina llena de mantas rayas. Por el camino nos vamos dando más besitos.

-o-

Después de la visita al acuario salimos para almorzar. Sé que Nathan lleva tiempo queriendo comer sushi, así que me lo llevo disimuladamente al sitio más cercano que me indica el mapa.

- Oye, esta calle me suena... ¡Dustin!
- No sé de qué me hablas.
- Ya me has comprado el pingüino de peluche... Que es enorme, además.
- Y yo tengo un antojo muy grande de sushi.
- Ya, tú... ¡De acuerdo, si insistes no seré yo quien se niegue! Con suerte puede que hasta nos topemos con mi hermana, ha ido a visitar a un amigo por esta zona.
- ¿Cuándo volverá al Reino Unido? Me gustaría quedar con ella antes...
- Sólo compró el billete de ida, es muy de planear las cosas sobre la marcha. Una vez se nos quemó el pollo en el horno y...

Pero antes de que pueda seguir contandome la anécdota, pasa fugazmente ante mis ojos lo que creo que es una soga. Esta me rodea el torso y los brazos, me aprieta, y de repente alguien me está arrastrando hacia atrás.

¡¡Joder, que me secuestran!!

Después de fregar los adoquines con mi culo, alzo la vista para comprobar quien es mi captor. Se trata de un hombre alto, con una larga melena rubia recogida en una coleta y luce un sombrero de cowboy que va a juego con sus botas. Pero el resto de la ropa no pega demasiado... ¿¿Una sotana de cura?? Siento que sus ojos, verdes y punzantes como los de una serpiente, atraviesan mi alma...

- ¿Dustin Rice?
- ... No, me temo que se equivoca.
- ¡¡Duuuustiiiin!! -Nathan corre hacia nosotros. Ay, mi amor, qué oportuno...
- Pues a mi me parece que he acertado de lleno. Vas a venir conmigo a Pensilvania.
- ¿¿Qué??
- Tus padres están preocupados. Quieren que regreses a la senda del bien y ruegues por el perdón de Dios.
- Tienes que estar de puta coñ...
- ¡¡SUELTA A MI NOVIO!!

Ni el tipo ni yo vimos venir al pingüino volador que se estampó de lleno en su cara. Pero Nathan no tiene suficiente, y aun con el cura psicópata en el suelo comienza a golpearlo repetidamente con el peluche.

- ¡Dejadle! ¡En paz! ¡Que no! ¡Le dais! ¡Un! ¡Respiro! ¡Pesados!

Me quito la cuerda de encima y alejo a Nathan de aquí, pero este ya corre tras nosotros haciendo girar otro lazo de vaquero.

- ¿¿De donde ha salido este energúmeno, cielo??
- ¡¡Estoy tan confundido como tú, cariño!! Awww, ya nos decimos motes cariñosos...
- ¡¡Yo también te quiero, pero céntrate!!

Encima el tío es rápido de narices, ¡no tardará nada en alcanzarnos! ¡Mierda, ¿qué podemos hacer?!

No sé si estoy teniendo muy mala o buena suerte hoy, pero entonces oímos el sonido de algo cortando el aire. Al girarnos de nuevo vemos que el tío ha parado en seco, y cerca de su nariz hay una flecha clavada en la pared.

Buscamos su orígen y... ¡Encima de un coche hay una chica pelirroja, de ávidos ojos azules, preparando otro disparo con su arco!

- ¡¡Cassandra!!
- ¿¿Esa es tu hermana??

La (¿¿al parecer??) arquera corre tras el cura cowboy, pero este la esquiva y saca un bastón extensible de su bolsillo. Lo usa para bloquear los proyectiles y saltar por encima de los coches y las motos.

- Es una historia muy larga y difícil de creer...
- ¡¡Me lo puedo creer!!

Nos escondemos detrás de otro coche, observando la pelea. Esto me da la ocasión de fijarme un poco más en mi cuñada: Va vestida con una camisa a cuadros, tejanos rasgados y muñequeras de cuero. Al ser de manga corta puedo ver algunas cicatrices, marcas de sol y musculatura en sus brazos, tan pecosos como su cara. Su cabellera naranja ondea con el viento a cada movimiento que hace, propinando golpes de puño y pierna mientras su rival los detiene con su arma. Trata de atacarla de vuelta, pero ella también sabe esquivarle.

- Se llevaría bien con Hikari, creo que ambas tienen bastante en común.
- Lo dudo mucho, mi hermana tiene tela...
- Cuando esto acabe recuérdame que tengamos esa conversación...

Cassandra consigue desarmar al clérigo capullo e inmobilizarlo con una llave. El tipo gruñe y forcejea, pero sólo le basta un preciso pellizco en su cuello para dejarlo inconsciente.

- Te puedo hablar de mis movidas si tú me hablas de las tuyas. -Dice arrastrándolo hasta nuestro escondite.- ¿Con qué gente te juntas, Nathan?
- ¡No le juzgues por esto!
- ... Estaba de broma y tal.
- Podemos quedar en mi casa, pero antes hay que llamar a la policía...
- Quieto ahí. -La pelirroja me quita el móvil.- En una comisaría tendrá acceso a un teléfono y llamará a sus compañeros, y no me apetece hacerte de guardaespaldas. No es nada personal.
- ¿Qué vamos a hacer entonces?
- Yo me encargaré de él.
- ... Cass, no me asustes...
- ¡Que no lo voy a matar, hombre! -Le da un golpe en el hombro a su hermano.- He visto a un montón de tíos como él, que se dedican a realizar el trabajo sucio de hermandades religiosas. Mis hermanas suelen hacerles una terapia de deslavado de cerebro.
- Espera, creí que sólo erais dos hermanos...
- Habla de otro tipo de hermanas. Vamos, creo que entre los tres podemos subirlo a un taxi...
- ¿¿Y qué explicación le damos al taxista??

Casualmente la pelea había llegado a una terraza de bar, así que Cassandra toma una botella de cerveza abandonada y echa lo que queda encima de él.

- Que lleva encima la tajada de su vida.

Comentarios